Después de leer diferentes crónicas para enfrentarme a la Hiru Haundiak del 2014 creo que estaba en deuda con escribir la mía.Así que después de 5 meses aquí está.
…Y llegó el día. 14 de junio. Muchos entrenamientos durante el último año, tanto de tirada corta como larga, sólo o acompañado.La mayoría sólo a pesar de las recomendaciones de ir con otros mendizales. Unas semanas antes de la Hiru Haundiak me probé con la de Galdakao de 48km y las sensaciones fueron buenas. Todo pintaba bien hasta que llegó el día de mi última prueba.
El 31 de mayo siguiendo recomendaciones de algún amigo me probé en una tirada larga durante la noche. Las sensaciones no fueron buenas, con dolor en la rodilla pidiendo en Sollube que me vinieran a buscar. La intención era llegar de Bilbao a Gernika, pasando por Bermeo a saludar a los amigos de Izaro Bikers. Pero, sobre todo, comprobar cómo respondía el cuerpo durante la noche. Sin embargo, a las 06h50min cuando iba amaneciendo tuve que retirarme del entrenamiento a pie del monte Sollube. ¿Podría haber seguido? Sí, pero forzando…y la temerosa Hiru Haundiak estaba a la vuelta de la esquina, es decir, a 15 días. Si en algún sitio debía forzar era en la prueba.
Con resignación y preocupación me fui a la cama pensando en lo que probablemente me ocurriría dentro de 15 días. Una posible retirada en la H.H. por ese maldito dolor repentino en la rodilla. Por tanto, decidí estar una semana quieto , descansando y sin hacer absolutamente nada. Al 8º día volví a entrenar con una distancia de 23km y llegué a casa con dolor. No tan intenso, pero no había desparecido.
A falta de 7 días todo eran dudas. Pensaba incluso en no presentarme. ¿Para qué acudir a una prueba de semejante envergadura cuando a pesar de los entrenamientos tenía la lesión del corredor (que posteriormente me diagnosticaron más tarde)? Era evidente que no terminaría la prueba. Entrenamientos, horas, muchas horas, por los montes, leyendo crónicas, informándome, participando en otras pruebas…Todo eso veía que iba cayendo en saco roto.
Tres días antes los amigos y familiares comenzaban a preguntarme sobre la Hiru Haundiak… cómo la veía,.. etc.Algunos incluso me comentaban que igual vendrían a animarme. En mi interior era consciente de mi debilidad y que 40-50km podría aguantar con dolor y sacrificio , pero no 100.
Tras darle unas vueltas y consultar durante un par de noches con la almohada decidí ir a conocer el ambiente de la carrera y las zonas por donde pasaría .No tenía nada que perder este primerizo y novato en dicha prueba, como en el mundo de las ultra trails. Y es que era mi primera Ultra de 100km.
Salí de trabajar y fui hasta Araia. Cogí el dorsal 909 en un día de calor. Y a las 18h ya estaba en casa. Comí algo de pasta e intenté dormir un poco. Pensaba que no conciliaría el sueño y la verdad es que pude hacerlo. Dos horas de descanso que me vinieron genial.
Me desperté sobre las 20h y comencé a preparar toda la mochila, bebidas, frutos secos, ropa,… Todo listo. Llamé a mi hermano y me llevó para Ondategi (Araba, lugar del que sale la carrera).
Menuda caravana, menudo gentío.El corazón me palpitaba de emoción. Todas aquellas crónicas que había leído y me hacían creer que estaba en la H.H.,por fin, se convertía en realidad. Allí estaba viendo la cantidad de mendizales que se dirigían hacia el pueblo. Le dije a mi hermano que me dejara allí mismo, porque si se adentraba no podría dar la vuelta con las 1.700 personas que nos habíamos inscrito más la cantidad de amigos y familiares que habían ido a acompañar a los participantes.
A las 23h15min bajo del coche y me dirijo hacia una especie de plaza donde me siento en un pequeño muro. Al lado converso con un mendizale el cual me recomienda que dosifique mucho el esfuerzo. Que no me preocupe por correr que tendría mucho camino por delante. Por ejemplo, en los temidos molinos. Al de un rato, vienen sus amigos y se marcha con ellos. Allí me quedé sólo reflexionando sobre los consejos de última hora.
A las 23h35 la gente comenzaba a dirigirse hacia la salida. Me levanté y para allí fui. Veía a algunos con amigos, otros con familiares…y sinceramente me acordaba de los míos. Aunque no me podía quejar, por lo menos, mi hermano Haritz me había traído en coche, porque en bus ,los que me conocen, saben que me mareo bastante.
Un camión grande con muchas luces, música al estilo de carros de fuego y un speaker amenizaba la salida. El calor de Araia donde recogí el dorsal a la tarde había desaparecido en la salida. Me preparé bien el cortavientos, frontal, mochila.Y el speaker comenzó la cuenta atrás. 10,9,8,7…Buf! Allí estaba preparado para una aventura que llevaba meses preparando y la verdad no estaba muy convencido del tema. Desconocía ciertamente mi estado físico para afrontarla.
Mi ubicación era en la mitad. Los jefes se encontraban delante. Tenía clara mi estrategia. Salí tranquilo, suave, suave intentando ralentizar al máximo la aparición del dolor en la rodilla.
Salida…y al de poco tapón! Menudo tapón. Allí parados unos minutos. No era para ponerse nervioso. Nos quedaban 24h por delante para hacer los 100km pero, creo que todos queríamos comenzar la prueba y vernos allí quietos nos incomodó bastante en esos momentos. Cuentan también que un cámara de EiTB se cayó al río en el transcurso de la salida.
La animación y el gentío era incesante. Me recordaba cuando corría en la Sociedad Ciclista Punta Galea, en las carreras de ciclismo, la misma sensación, el mismo hormigueo en el estómago, en las piernas y en la cabeza.
Comenzamos con un ritmo bueno por las calles del pueblo mientras nos animaban e intentábamos abstraernos para comenzar a concentrarnos desde el primer momento. Al de poco nos adentramos en la pista que nos llevaría al Gorbea. Menuda polvareda. Qué serpiente de luz con los frontales más chula. Todavía la guardo en la retina. Empezaba a hacer calor. Así que, el cortavientos fuera! Primeras rampas hacia Gorbea. Sólo había subido una vez por aquí y fue con la excursión de Loiu al Gorbea el 31 diciembre del 2013. Todavía recordaba sus rampas, aunque la verdad las recordaba con nieve y de día. Esta vez era de noche y solamente se oían pasos. Pocos comentarios y bromas entre los mendizales.
Nos íbamos acercando a la cima. Y lo que más me sorprendía era el ambientazo en la cima, sí, sí…en la cima había gente a las 02h de la madrugada que estaba para animarte. Con cencerros y todo. A lo lejos veíamos una luz blanca que salía de la cruz del Gorbea. Alguno nos animaba diciendo que nos esperaba un concierto arriba. Unas risas para romper la concentración, pero sabíamos que lo que nos esperaba era bastante más duro que eso. Entre gritos y aplausos hago cima en el Gorbea. Con algo de frío y mucho, mucho viento antes de coronar la cima ya me había puesto el cortavientos. Me pasan el marcador por el dorsal, como algo y comienzo suave el descenso. Algunos me pasan y a otros paso. Alguna caída de algún participante y yo tranquilo. Seguro y seguro. El dolor de la rodilla no había aparecido en las 2h para llegar al Gorbea.
El paso era firme y seguro, solamente se podía adelantar en los primeros compases de la bajada, luego en fila de uno. Posteriormente en la pista hacia Ubidea también se podría trotar algo. Pero la verdad es que por dicha pista adelantamiento había pocos. Cada uno cogía el ritmo más adecuado y se seguía en él.
Pero fue terminando de bajar las rampas más inclinadas del Gorbea, aproximadamente en el Km16, donde apareció el aviso de la rodilla. Con lo bien que iba. Con lo contento que estaba. Apareció el dolor. Era leve. Un primer aviso, por lo que entendía que todavía tenía margen para forzar.
Llegamos a Ubidea en el Km22. Animación en la calle debido a sus fiestas. Primer control de avituallamiento. Agua y hacia adelante. Otro tramo de subida en el que el de atrás comenta a su compañero que no se encuentra bien y al de 3 segundos le oigo vomitar..Buff! ¿Y luego me quejaba yo? Van cayendo como moscas: el korrikalari de la bajada del Gorbea que se cae en el km 12, éste de atrás vomitando en el km 25 y yo pensaba : ¿cuándo me tocará a mí ?
Seguimos entre balizas verdes muy bien iluminadas y marcadas hasta que comenzamos el descenso hacia Otxandio y primer avituallamiento sólido. A las 04h 54min, termino la primera etapa en el km 27 , avituallamiento y miro el móvil .Solamente algún mensaje de un amigo trasnochador volviendo a casa de fiesta. Mando un whatsapp a la familia diciendo que estoy bien (el dolor todavía podía aguantar, así que no quiero preocuparles y no se lo menciono) y que sigo para adelante.
Después de descansar 10min salgo para Urkiola. Y en esta pista hacia el Santuario es donde el dolor comienza a ser cada vez más intenso. Me empiezo a preocupar y ser consciente de lo que puede ocurrir. Así que pienso que si ando con este dolor en el km 32 cómo voy a llegar al 100. Me animo y me digo a mí mismo que por lo menos debo intentar llegar a Urkiola para que se haga de día y poder avisar a casa para retirarme molestando lo mínimo posible. El cuerpo tiene un límite. Sólo, sin compañía y de noche un poco aburrido, me dirijo hacia Urkiola. Se hace poco ameno hasta que va amaneciendo… y de repente al llegar al avituallamiento de Urkiola veo a un vecino que había venido a animar a un corredor. En ese momento me acuerdo de mis familiares y les echo todavía más de menos. Me tenían mal acostumbrado, ya que cuando corría las carreras ciclistas no se perdían una para animarme. Recordaba cómo cuando era un adolescente venían a verme dichas carreras y esta vez les hubiese encantado, pero no podían por tener una comida familiar muy lejos ese domingo a la mañana. El cúmulo de todos esos pensamientos hace que se me pase de repente todo el dolor y decido por lo menos hacer cima en el Anboto.
Hacia allí me dirijo. Me saco un par de fotos y les digo que voy para Anboto. ¿Pero qué pasa? Son más de las 07h y ¿Todavía seguía la gente dormida? Nadie contesta. La verdad es que en ese momento después de llevar 7h y sin dormir piensas que el resto deben estar despiertos, pero claro un sábado al as 07h quién se suele despertar?
Nadie me respondía. En fin…a lo mío. Seguía sólo y aunque las distancias no eran muy grandes entre corredores ya en el km 38 íbamos en fila de uno con distancias entre unos y otros de 50-100m.
Allí estaba Anboto. Lo tenía delante. La dama de Anboto, la Diosa Mari nos esperaba. Como reza la tradición, antes de subir, le pedí permiso y que me protegiera. Hacia allí me encaminaba, como en uno de los entrenamientos con dos amigos: Pedro y Juan Mari. Aquel día me había encontrado muy bien. Pero ahora, la cosa había cambiado. En aquel entrenamiento no tenía 38km en las piernas y ahora ya las llevaba. Comienzo la subida y en los primeros tramos la rodilla me vuelve avisar. Grrrr! Pensaba que había desaparecido. Todo había sido un espejismo, ya que la mente minutos antes la había tenido pensando en otra cosa. Qué verdad cuando dicen que en estas pruebas la fuerza mental es primordial , incluso tan importante o más que la preparación física. Sigo a ritmo tranquilo hasta culminar. Hago cima después de amanecer donde me toman el tiempo. Alguna foto y hacia abajo. Y es en esa bajada donde comienzo a ver las primeras estrellas del dolor en la rodilla. Me apoyaba en las piedras con las manos para poder balancearme en ellas y poder bajar sin forzar . Y es que nunca he sido amigo de los bastones hasta esta prueba. Siempre creía que era más incordio que otra cosa. A partir de la Hiru Haundiak comencé a valorarlos y a utilizarlos.
Termino la bajada con bastante dolor y vuelvo a las campas, a terreno más suave que hace que el dolor vaya remitiendo y me anime a correr a trote camino de Zabalandi.
En Zabalandi más agua en el avituallamiento mientras miro la antigua bajada por la cara peligrosa del Anboto en anteriores ediciones. Una vez rellenados los botellines arranco hacia Orixol y el Jarindo. Dicen que son los hermanos pequeños del Anboto. Creo que los calificaría de algo más. Sinceramente momentos buenos para trotar algo antes del Orixol, pero sus subidas tenían buena pendiente. Aquel día tuve muy claro que el dolor que sentí bajando el Anboto y que luego me fue remitiendo en al´gun momento fue por protección de la Diosa Mari y mi amigo Xabi, fallecido semanas antes, pero gran admirador del Anboto. Él fue el primero de nuestros amigos en subir a la cima más mitológica de Euskadi. El primer mendizale que conocí. Un ejemplo a seguir.
Mientras subo Orixol la primera llamada de Rakel, Bego y Pedro. Me dicen que están de camino y vienen a verme. Me alegro y me dan fuerzas para por lo menos seguir hacia adelante.
Es en el kilómetro 50, en el cruce de Kurtzeta donde me dan los primeros animos hacia mi persona. Allí estaban los tres. Me paro a hablar un par de minutos, les comento lo de la rodilla, pero que ya estaba cerca del avituallamiento de Landa en el km 60 y por lo menos debía llegar hasta allí. Sólo eran 10km y la verdad que se me hicieron duros y largos, sobre todo, la bajada final con una pendiente brutal a la llegada a Landa del 23%.
Después de 12h llego a Landa. Allí estaban los tres. Me habían traído de todo: comida, bebida, compeed para las ampollas…y sobre todo, su presencia…sí, sí, su presencia me dio mucho aliento y ánimo. Quería olvidar el tramo final de la llegada a Landa. Sabía que las bajadas me harían sufrir.
Dudé en seguir, pero al de media hora a las12h30min , salgo a pesar de que me estaba engañanado. El dolor de la rodilla había remitido por el descanso, pero seguro que volvería a aparecer. Y evidentemente con dolores más intensos. Así fue como, en la primera bajada al 3-4 km de salir de Landa el dolor era muy intenso. Tal es así, que un participante se ofreció a ayudarme al verme cojear bajando la pista. Me cruzaba con otros que daban la vuelta y volvían para Landa, que abandonaban. A pesar de que me lo pensé un par de veces tiré para adelante.
Llegué a los molinos y caminaba como un zombie, casi sin sentido.El ruido de los generadores era cansino hasta que te haces a ellos y formas parte del paisaje. Recuerdo cómo seguía hacia adelante cojeando y era en las bajadas cuando tenía que ir casi a la pata coja.
Pasé los 78 molinos con un viento considerable, aunque por lo menos nos ayudaba la meteorología. Nada de calor o lluvia. Menos mal! Una semana después hubo inundaciones en Araia. Nos salvamos por 7-8 días. Dios mío! Si nos llega a pillar aquello hubiese sido un desastre, un caos, muy muy peligroso. Sigo pensando que la Diosa Mari y Xabi estuvieron de mi lado y de muchos corredores. Nos protegieron sin duda alguna.
Después de los molinos , creía que llegaríamos a Urbia, a esa zona tan bonita que era calificada como casi la Comarca de la Tierra Media de Frodo y Sam. Pero, la verdad todavía quedaban unas cuantas pendientes, sobre todo, para abajo. Mi ritmo era lento, cojeando bastante…No sabía qué hacía en esas condiciones allí cada vez que podía pensar. Porque yo creo que llega un momento en el que te fundes con el paisaje, los sentimientos, las sensaciones y al final no eres tú, eres una mezcla de todo ello, de toda esa suma de aspectos que fluyen por tu interior, por tu mente , pero que el dolor te hacía ser consciente de que seguías en carrera y sufriendo.
Ultima bajada, giro a la izquiera y la famosa entrada a un bosque mágico donde luego se suponía que venía la zona de Urbia. Pero de repente, me tocó…sí,sí…me tocó. Lo que pensaba de noche de cuándo me tocaría pues me llegó. Notaba cómo estaba a punto de marearme, bajón, pajarón..ya llegaba. Me paré. Tomé frutos secos e isostar a pesar de que estaba caliente. Tranquilidad. Sosiego y calma. Concentración y mente fuerte. Poco a poco me fui recuperando y acercándome al último avituallamiento km88 antes de subir al Aizkorri. Agua, un poco de coca cola y más agua para iniciar la subida. Allí estaba la Cruz Roja atendiendo a un corredor.Pensaba, que casi me atienden a mí 3km antes, o mejor dicho, no creo que me hubiesen visto en aquel bosque si me hubiese llegado a marear por completo.
Faltaba poco para llegar al último grande: el Aizkorri. Pero las fuerzas cada vez eran más escasas. Una fea súbida entre piedras hizo que colmara el Aizkorri sobre las 21h30.
Sólo faltaban 10km de bajada. Recordaba haber leído que se hace larga. Ahora bien, no recordaba que fuera una bajada tan fea.Al comienzo con mucha piedra que podía hacerte torcer el tobillo en cualquier momento. En el tramo intermedio , digamos el más cómodo con algunas campas donde poder trotar y la parte final otra vez cuestas con pendientes. Era en este tramo final cuando faltaban 5km donde ya era de noche y me guiaba con el otro acompañante Pedro por las luces verdes de las balizas. Era tal el cansancio que había momentos en donde las piedras del bosque y los árboles me parecían ver caras de personas o animales.
Me acordaba que había un último avituallamiento final a falta de 3km. Tenía ganas de verlo pero no llegaba a aparecer. Hasta que al final veía un señor, no sabía si era el avituallamiento u otra de las alucinaciones que iba teniendo fruto del sueño y cansancio. Por fin, llego y me dice que falta poco. Más adelante vuelvo a encontrarme a la Cruz Roja y me dice que faltan 3km. Pero cómo podía ser eso si el señor del avituallmiento me había dicho lo mismo un rato antes???!!!! No daba crédito. No podía más, no sabía si eran 2,3 o 4km lo que faltaba. Pero después de 23h quería llegar y quería llegar bien, es decir, sin caerme …
Ya llegando al pueblo un grupo de vecinos nos dijeron que sí, que ya estaba…que el pueblo estaba al final de una cuesta. Y lo sentí, sí que lo sentí. Esa vez no había duda. Esas luces de farola no eran luciérnagas, sino las luces de las farolas. Y el sonido de los altavoces no eran búhos, ya se oía al speaker. Ya estaba. Decidí adelantar al catalán que tenía delante en los últimos 3-4km y comencé a trotar un poco por las calles de Araia,cojeando otra vez más.
Al fondo alguien que me grita Txapeldun, venga txapeldun…era Rakel…que no la veía desde Landa. Vamossss!!! Me gritaba que ya está txapeldun! Me dirigía hacia meta entre su apoyo y ánimo y a falta de 50m en la curva que precede a la meta había un señor. Pensaba: «qué mal estoy, qué alucinaciones sigo teniendo, que ese incluso parece mi aita!». Pero,¿ cómo iba a ser mi aita, si me dijeron que no podían venir? El porcentaje de que acudieran era del 1%. Pues sí, era él, cada vez que me acercaba la duda se me iba disipando cada vez más..hasta que en la propia curva le abrazo antes de entrar a meta. Preguntándole aita: pero si has venido??!!! No daba crédito. Mientras Rakel me insistía en entrar en meta. La verdad que en esos momoentos después de 23h30 min y a 50m de la misma solamente quería abrazar a mis familiares.Y mientras le abrazaba aita, pensaba..qué raro y mi ama? Allí apareció de repente animando y gritando como si su hijo fuese el primero. Por si fuera poco, en la misma línea de meta volvía a estar mi hermano con su novia Janire.Sí, sí, sí aquel loco que se adentraba con el coche en Ondategi para llevarme a la salida 23h antes.
El cocktail explosivo de sentimientos al cruzar la meta de la HIRU HAUNDIAK no lo había vivido nunca en una prueba deportiva. Ni siquiera cuando gané alguna carrera ciclista 20 años antes. Ser finisher en mi primera ultra, terminarla a pesar de los dolores intensos en la rodilla (con diagnóstico al respecto días después), y la presencia de mis familiares y amigos tanto, en el trancurso de la prueba , como al terminar la misma…me hizo vivir unos minutos muy intensos y horas alucinantes de recuerdo de lo vivido.
¿Mereció la pena? Sin dudarlo. Sí. Cuántas veces había leído que el sufrimiento es para un rato y la gloria para siempre. Me acuerdo también de muchos corredores que no pudieron terminarla. Problemas varios y diferentes que pueden ocurrir durante tantas horas y les deseo que la próxima cita tengan toda la suerte. Agradecimiento a Bego y Rakel por el apoyo logístico y en especial a Pedritus, que sin su ayuda no podría haber llegado al final.
Volviendo en coche para casa me preguntaron. ¿Ya no volverás a hacer esta locura,no? Y sin dudarlo y aún con el dolor en el cuerpo y la mente aturdida les respondí: dentro de 2 años, si Dios quiere, iré a por mi segunda edición: la HIRU HAUNDIAK 2016.
Bon dia / Egun on Josu Andoni,
Soy el catalán que acabó Hiru haundiak 2014 en 23h37min y al que (no puede ser otro) adelantaste bajando de Aitzkorri. Yo no lo recuerdo para nada (como iríamos de fundidos en esa bajada).
Ando leyendo cronicas de la Hiru para recordar detalles de como és, ya que dentro de un mes participaré en la edición de este 2021.
Gracias por un cronica tan emotiva y interesante. Y menuda sorpresa me he pegado al leer «lo del catalán»! Me ha costado poco atar cabos porqué por el tiempo de tu llegada a meta, casi entramos juntos… 😉
Saludos cordiales,
Marc Vidiella
Bona nit;
Sí…ya me acuerdo y me alegro saber de ti.
Este año volveré a por la Hiru Haundiak.
Y tú? Nos veremos allí?
Un abrazo enorme